domingo, 30 de noviembre de 2008

"Rust Out"

A continuación os presento un artículo que plantea un nuevo concepto que no hemos visto en clase:


Algunas ideas para superar el “rust out”


Javier Fernández López

Director Soluziona Consultoría

Fuente: Originariamente publicado en la revista Training & Development Digest, número 46, de Mayo de 2004. Tomado el 27-11-08 en http://www.ofertadempo.com


El caprichoso discurrir de los ciclos económicos ha alterado recientemente el concepto de carrera profesional del colectivo de trabajadores y las interacciones de éstas con su vida privada.


Todos los profesionales de recursos humanos hemos aprendido que las crisis laborales provocan en los supervivientes la necesidad de replanteamientos radicales con los que se pretende recuperar la tranquilidad, la felicidad. Por ejemplo, la debacle de la economía española en 1993 supuso la llegada a nuestro país de la filosofía new age, la apoteosis del yoga, la difusión de los beneficios de la meditación, el zen… y todo un torrente de prácticas orientalistas que compartían la preocupación por la persona, por su desarrollo individual, por su crecimiento. Remedios curalotodo cuya influencia en nuestra vida resultó efímera.


Sobrevivir es una tarea ardua que genera sentimientos de culpabilidad entre los que logran conservar el empleo. La alternancia de momentos expansivos con las crisis económicas ha ido dejando en nuestra sociedad un poso, por lo general confuso y desorganizado, de teorías y metodologías poco efectivas en la vida cotidiana y orientadas a equilibrar las ambiciones profesionales típicas de los momentos de expansión con las depresiones derivadas de las ralentizaciones.


Del ‘burn out’ al miedo

Recordemos el final de la década de los 90: la ordalía emprendedora que dio lugar a la mal llamada burbuja de Internet trajo consigo dos movimientos socio-laborales aparentemente contradictorios. Por un lado, la persecución enfermiza del enriquecimiento súbito, con la consecuencia de jornadas de trabajo desmedidas en su duración, extenuantes, que trajeron consigo no pocas afecciones cardíacas. Por otro, un creciente sentimiento de que las cosas iban mal, de que la vida se escapaba por las redes ADSL, de la necesidad de conciliar vida profesional y vida laboral.


Ambos movimientos no se contradicen, se complementan ya que la búsqueda de la conciliación es la consecuencia del agotamiento: una persona quemada (presa del síndrome conocido como “burn out”) o muere en el intento de triunfar o hace un alto en el camino y observa con distancia sus esfuerzos por más salario, más poder, mejor coche…


La coexistencia del estrés y la búsqueda de la conciliación se ha visto acompañada por un movimiento pendular en el empleo femenino: muchas de las mujeres nacidas en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado (las cohortes demográficas más numerosas de la historia española), que se habían embarcado en una cruzada por la igualdad de oportunidades con sus compañeros masculinos, decidieron detenerse y abordar la maternidad, abandonando en muchos casos prometedoras y exigentes carreras profesionales en las que habían afrontado obstáculos, discriminaciones. Volvieron a sus casas, o lo están haciendo ahora.


En resumen, en el mercado laboral nos encontramos con dos sensaciones-sentimientos colectivos:

- El miedo a perder el empleo y, si se conserva, la culpa que da paso al hastío.

- La lucha por encontrar tiempo libre para uno mismo, para disfrutar de los hijos, para crecer...:


Y estas tendencias (corrientes sociales que configuran un nuevo modelo de hacer las cosas) están transformando la dinámica laboral. El ser humano ha aumentado sus contradicciones. El homo laboris duda entre la ambición y el miedo, entre ser uno mismo y triunfar.


Superando la parálisis

En los Estados Unidos, tan proclives a acuñar términos descriptivos, se ha empezado a analizar con profusión el “rust out” (aburrimiento), fenómeno detectado en los años 80 tras la crisis del petróleo y los masivos despidos, consecuencia de la búsqueda obsesiva de la productividad.


Las personas afectadas de “rust out” pierden buena parte de su jornada laboral paralizados, carentes de objetivos, desmotivados, sin ánimo para crear, operar, actuar. Han generado miedo a opinar, a proponer. Han visto a sus compañeros prejubilados, despedidos. Así que han decidido mantener un “perfil bajo”, no destacar ni en positivo, ni en negativo, cayendo abrumados en la espuma de los días.


El fenómeno ha explotado y ha comenzado a preocupar a los directivos de numerosas empresas. El panorama laboral no resulta alentador: la horizontalización, la eliminación de niveles jerárquicos, el ocaso de los mandos intermedios y, en general, la miniaturización del tamaño han reducido a cero las posibilidades de promoción. Ni pensemos en aumentos salariales, estamos en la era del recorte de costes. ¿Buscar otro trabajo? ¿Dónde, si todo el mundo está igual? Y la angustia crece.


Tom McPate, experto británico en salud emocional en el trabajo, ha dedicado los últimos cinco años a estudiar el “rust out”. Afirma que sus síntomas son muy similares al “burn out”: depresión y apatía, descontrol de las emociones, angustia y al final, escapismo (alcohol, consumo compulsivo…).


El “rust out” está proliferando en dos colectivos. Primero, entre los trabajadores de 40 años, mandos intermedios cuya carrera se ha detenido bruscamente, dejándoles exhaustos, sin energía para buscar un nuevo horizonte. El otro colectivo son los empleados más jóvenes, la generación más preparada de la historia que ha de conformarse con trabajos de base que requieren una miserable parte de sus conocimientos.


Existe un enorme desfase entre la formación recibida y las exigencias del trabajo: la obsesión de las familias por la educación universitaria para sus hijos provoca el crecimiento del subempleo: licenciados trabajando como dependientes, agentes de atención al cliente, teleoperadores… Algo parecido sucedió en la década de los 70, cuando los cabezas de las familias constituidas tras la segunda Guerra Mundial optaron por la Universidad, dando origen al movimiento hippy de los años 60. Pero estos alegres y felices muchachos sintieron el desencanto del subempleo años después, desarrollando tareas para las que se encontraban sobrecualificados, aburridos, hastiados tras la eclosión vital de la Era Acuario.


Como vencer el ‘rust out’

Las empresas han de esforzarse por eliminar la apatía de sus trabajadores. En caso contrario, ni las medidas quirúrgicas de recorte de costes lograrán elevar la productividad.


A continuación propongo algunos consejos para derrotar tan incómodo sentimiento:


Poner en marcha un sistema objetivo de medición del clima laboral.

Hay que evaluar lo que sienten, lo que piensan los trabajadores. Y de forma programada, coherente, regular. Si los balances contables se cierran mensualmente, ¿por qué no medir la salud emocional de nuestros trabajadores, al menos semestralmente?


Diseñar un procedimiento de adecuación persona-puesto, verdaderamente motivador y justo, que favorezca el crecimiento personal y profesional de forma integral.

Asignemos la persona adecuada al puesto adecuado; el subempleo no ahorra costes, los multiplica al añadir insatisfacción, apatía… los sinónimos de la merma de la productividad.


Responsabilizarse del “rust out”.

Los ejecutivos generan culturas corporativas que pueden deprimir a los trabajadores. Algún gurú ha definido el carisma como el arte de gestionar el estrés, estableciendo unos límites motivadores tolerables en los niveles más bajos y unas cifras sostenibles por arriba.


Establecer un sistema retroalimentado de “confesión”.

Todos los empleados hemos de ser conscientes de nuestras actitudes y actuaciones. Nuestras empresas están envejeciendo y en breve, comenzaremos a abrazar la filosofía japonesa del “empleo de por vida”, con edades más retrasadas para la jubilación. En un entorno de trabajo a largo plazo, el bienestar personal cobra especial relevancia. Y esto implica compartir estados de ánimo, alegrías, tristezas. Por lo tanto, los responsables de recursos humanos deben crear gabinetes de orientación y ayuda para sus compañeros, quienes han de comprometerse a acudir al comenzar a percibir síntomas de apatía, de cinismo. El primer paso para superar una enfermedad es reconocer que se padece. Y desde el conocimiento, actuar, generando propósitos de superación.


Iniciar procesos de mejora individual.

Establecido un procedimiento de análisis de las situaciones problemáticas generadas, hay que establecer un procedimiento de coaching que posibilite a los empleados superar, con ayuda y guiados, las situaciones de “rust out”. Hay que refrescar las metas laborales de cada uno y la definición particular de éxito que hacemos cada ser humano. Tal vez ello suponga reformulaciones vitales radicales y encontrar en la vida algo más gratificante que una promoción.


¿Y cada persona?

Lo micro se deriva de lo macro. Lo macro no es el sumatorio de muchos micro. Y menos todavía hablando de seres humanos. Cada vida constituye un tesoro, algo único y ha de ser experimentada de forma plena e individual. Ha llegado el momento de resucitar nuestras carreras profesionales. Y esto se consigue únicamente mediante la transformación personal. No es tiempo de abandonar el empleo actual, es tiempo de descubrir cómo enriquecer nuestra vida personal, incluso desde el trabajo.


Hoy existe una buena oportunidad para engrandecer y llenar de energía tu profesión. Y de considerar que, aunque la situación sea horrible y te dominen la apatía y la tristeza, si encuentras cosas positivas en tu empresa (los compañeros, la formación recibida, el jefe…) merece la pena y es tu responsabilidad enriquecerlo.


Ello supone buscar un camino personal para creer, definir nuevos horizontes, encontrar nuevos desafíos… sin que ello implique irse, abandonar.


La clave estriba en cambiar lo que haces (contenidos) o cómo lo haces (proceso). No te rindas, no esperes que nadie resuelva tu problema. Tal vez ni siquiera sepan que te encuentras mal. Comunícalo, responsabilízate de tu vida y, sobre todo, actúa.


Plantéate:

¿Qué significa amar el trabajo? ¿Se puede amar hoy día el trabajo?

¿Cómo es tu trabajo perfecto? ¿Cómo es el actual? ¿Es el gap muy profundo?

¿Cómo puedes hacer para recuperar el optimismo? ¿Sólo? ¿Con ayuda?


En definitiva, mira a tu interior y trata de superarte. Recuerda que, como dijo el sabio, no vemos las cosas como son, sino como somos.

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